Ayer estuve probando dos aplicaciones para gestionar una biblioteca personal, Librarian Pro y Delicious Library. La segunda me gustó más, me pasé un buen rato pasando códigos de barras por delante de la cámara del macbook, viendo como reconocía casi todos los títulos. Es posible añadir un contacto de la agenda, asignarle las películas, discos o libros que se le hayan prestado, y que iCal te avise antes de que se cumplan los plazos de la usucapión.
Parece otro esfuerzo inútil. Cojo un libro con más post-it que los que usaría Sánchez Dragó en sus buenos tiempos y, nada, no me acuerdo de nada. Ahí está, muy señalado:
«Lo que el Paraíso y las vacaciones tienen en común es que tienes que pagar por ambos, y que la moneda con la que pagas es tu vida anterior.»
La cartera también me trajo un mapa de Madagascar de Shannon Rankin.