Leo en Radiaciones, los diarios de la Segunda Guerra Mundial de Ernst Jünger, una anécdota que ocurrió hace justo sesenta años:
«Unos polacos que andaban merodeando le robaron su bicicleta a un trabajador que pasaba por aquí; eso es ahora algo habitual. Intervino una patrulla norteamericana que llegó en ese momento, la cual devolvió al trabajador lo que era suyo. éste dio las gracias y quiso despedirse con un Heil Hitler, como le habían enseñado. Los norteamericanos se liaron a mamporros con él y volvieron a quitarle la bicicleta. Es la cara oculta de la disciplina.»