Me llamo Erik Satie, como todo el mundo

Releo un artí­culo de Juan Bonilla sobre Satie.

«Cuando murió (…) sus amigos entraron por primera vez en la habitación de Arcuell en la que habí­a ido resistiendo los embates del tiempo durante treinta años en los que habí­a dejado pasar más que algún perro perdido. Allí­ descubrieron, con asombro horrorizado, en una orgí­a de objetos cubiertos por el polvo, unas cuantas cajas de puros que contení­an, cuidadosamente ordenados, más de cuatro mil rectángulos minúsculos de inmaculado papel, sobre los que el músico habí­a caligrafiado meticulosas descripciones de paisajes imaginarios, inverosí­miles personajes, dibujos, inscripciones burlescas, greguerí­as, palabras sueltas, inexistentes órdenes religiosas e imposibles instrumentos musicales (…). En uno de esos rectángulos se leí­a: “Me llamo Erik Satie, como todo el mundo”.»