Paul Mijksenaar

Estoy leyendo Una introducción al diseño de información, de Paul Mijksenaar, responsable, por ejemplo, del fantástico diseño de información del aeropuerto de Schiphol. Resulta que la famosa frase de la forma sigue a la función se atribuye al escultor neoclásico Horatio Greenough, que hablando de los clí­pers equiparó belleza a funcionalismo:

«Ha sido producido, en primer lugar, gracias a la estricta adaptación de la forma a la función, y en segundo lugar, eliminando gradualmente todo lo irrelevante y molesto.»

Sin embargo, como apunta Mijksennar:

«Estos barcos se habí­an diseñado y contruido para el tráfico de opio con China, y la velocidad era una cuestión esencial para poder esquivar tanto a las patrullas oficiales como a las piratas. Así­ pues, los cálculos para aumentar la velocidad dictaron la forma del buque (quilla), fueron determinantes frente a los requisitos de funcionamiento interno y organización óptimos del barco; en estos aspectos secundarios, la función tuvo que adaptarse a la forma.»

Más tarde, Henry Van de Velde y Le Corbusier elogieron los barcos trasatlánticos como ejemplos de funcionalismo. Pero como observa Mijksennar:

Sin embargo, muchas de sus caracterí­sitcas no tení­an nada que ver con la utilidad. El tamaño y el número de chimeneas se debí­a, deliberadamente, a la intención de transmitir una poderosa sensación de grandeza. El interior estaba diseñado para complacer, y sobre todo, para tranquilizar a los pasajeros y distraerlos de los aspectos menos placenteros como los mareos y los peligros inherentes a cualquier viaje marí­timo. (…) Así­ pues, la confusión acerca de los conceptos funcionalismo y estética no es nueva, ya que la emoción y las necesidades sociales y culturales también juegan un papel en la determinación de la función.