Usuarios de ideas e imágenes

«Todo ha sido ya visto, fotografiado, filmado, escaneado; desde todos los ángulos, de todas las formas posibles. (…) Y más, porque la técnica se ha simplificado tanto que ya somos todos fotógrafos, y el mundo de las imágenes, un verdadero panóptico, es casi más sólido que el mundo real. (…) Ante esta situación, ¿por qué seguir fotografiando? (…) Las fotografí­as son sólo el punto de partida para ir a otro sitio, para contar una historia, para hacer literatura. Y así­ podemos seguir fotografiando a pesar de que todo ha sido ya fotografiado.» Ví­a.

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Lucas Foglia fotografí­a en Re-Wilding dos tipos de comunidades distintas en creencias pero que tienen en común proponer modelos de vida alternativos. Ví­a.

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«Llamamos de manera espontánea “nuestros” a nuestros pensamientos, cuando en realidad son como el paisaje de una ciudad con mucha historia en la que habitamos. Los edificios más nuevos se sustentan sobre ruinas más antiguas y estas últimas pueden a su vez cubrir asentamientos previos. Así­ como a la ciudad la llamamos “nuestra”, llamamos “nuestros” a nuestros pensamientos. Pensamos con ellos, pero al pensarlos nos convertimos en usuarios de ideas muy diversas que nos preceden a veces muchos siglos. Algunas de ellas, como esos restos de paredes que son testigos de antiguos palacios, en otro tiempo fueron vividas como dogmas. Quizás hasta formularon el credo de una religión con miles de mártires. Otras las acaba de traer la moda arrancándolas de libros editados hace pocos meses, como el otoño las hojas de los árboles, y se enredan en nuestros pasos. Quizás si nos pusiéramos a pensarlas en serio, descubrirí­amos que la mayorí­a de nuestras ideas formaron parte orgánica de sistemas filosóficos consistentes y ahora son como los restos digeridos de un plato recocinado. Un dí­a estuvieron perfectamente claras y hoy las utilizamos como sombras, frases hechas o refranes ambiguos. Han ido sufriendo metamorfosis con el paso de las generaciones. Se han llenado de adherencias y de cosques. Fueron defendidas con pasión y ahora han degenerado en frases hechas. Y, sin embargo, las llamamos nuestras porque sin ellas no sabrí­amos expresar nuestras convicciones. «A veces, cuando esperamos la luz que nos aclare, estamos, sin sospecharlo, haciendo arqueologí­a.» Ví­a.