Contra la realidad (II)

Mientras Maiakovski soñaba con el proletario volador y Chagall pintaba luftmenschen, Vladí­mir Tatlin diseñaba su maquina voladora, un enorme pájaro artificial ideado para ser usado mediante propulsión humana: el Letatlin (de летать —volar, en ruso— y Tatlin) es una bicicleta insertada en una estructura de madera liviana y recubierta con una membrana de seda.

Por supuesto, ya existí­a el aeroplano y se conocí­a la falacia de la escala —dar por sentado que un sistema que funciona a una escala determinada también funcionará a una escala más pequeña o más grande—, pero Tatlin querí­a que el hombre volase con algo, no dentro de algo, aún simbólicamente.